“La Conciencia se refleja sobre el espejo de la mente. Se proyecta la Consciencia. Sin embargo, la Conciencia sabe que el reflejo es Lo Real, mientras la Consciencia diferencia entre ella y el reflejo.” Sesha.
La cuestión de la conciencia es un tema fascinante y se ha convertido en uno de los debates filosóficos y científicos más controvertidos de nuestro tiempo. La conciencia se considera a menudo un misterio, pues no hay modo de llegar a un consenso en saber qué es o de dónde surge.
En el ámbito psicológico, la Conciencia tal vez esté más cercana o guarda más relación con la moral, con la ética, con lo que consideramos que está bien o está mal. Adopta la forma de una metapersonalidad (la “voz de la conciencia”) con autoridad suficiente como para guiarnos en nuestro día a día, marcando las pautas de lo permisible o correcto frente a lo que no lo es.
La Consciencia también se asocia más con el hecho individualista de “darse cuenta”, de que algo que ha surgido en el entorno -externo o interno- y hemos podido percibirlo e integrarlo: “ahora soy consciente de”.
Como veremos, desde el Advaita y en su vertiente más netamente metafísica, la Conciencia se nos presenta como un continuo, sin partes, sin comienzo ni fin y es previa a toda realidad ideal y material diferenciada. Y esto supone un cambio de paradigma.
Conjugar estos mundos tan aparentemente diferentes no es tarea fácil, somos conscientes de ello. A su vez, el anhelo de integración y de potenciar puentes de unión balsámicos para el sufrimiento, inspira la tarea y le da sentido.