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Cada Estado de Consciencia tiene su propio perceptor. No es el “yo” o sujeto quien experimenta todos ellos.

LOS PERCEPTORES DE LOS ESTADOS PRESENCIALES

Existe la tendencia a pensar que el perceptor de todos los estados de consciencia es siempre el mismo “yo” o sujeto. Se reconoce que puede haber modificaciones de los estados ordinarios de percepción, pero raramente se admite que haya diferentes perceptores porque esto supondría una especie de “esquizofrenia” para un individuo que se entiende como un ente unificado. La Psicología reconoce que el “yo” está sujeto a multitud de variaciones que, habitualmente, guardan relación con el vasto campo del universo emocional: existe un yo triste, alegre, enfadado, miedoso, amable, cansado, vital y todo un larguísimo etc., según sea la sensación, emoción o sentimiento que prepondere en cada instante. La Psicología también reconoce que, de acuerdo con el nivel de consciencia que opere, hay unos yoes más evolucionados o más maduros que otros pero que siempre es el mismo “yo” el que está presente y a cargo del timón de la vida, “yo” y siempre “yo”. Tanto es así, que la salud psicológica gira en torno a que la denominada “función yo” y “función personalidad” estén adecuadamente funcionales tanto para tomar decisiones como para llevarlas a término. Paradójicamente, una mirada reflexiva y atenta nos lleva a considerar que este tema plantea como mínimo muchas dudas aún sin resolver. Podemos decir “yo he soñado que estaba en la Antártida”, pero, el sujeto que estaba “dentro” del sueño no puede ser el mismo que el que está en la cama soñando, puesto que al despertar aquél desaparece. Igualmente sucede con los demás estados de Consciencia que, para el Advaita, recordamos, quedan definidos por la relación entre sujeto y objeto en el campo de cognición.

El Advaita plantea que, en la cognición, y por tanto en lo que se experimenta, siempre hay un perceptor, pero que en los diferentes estados de Consciencia no sólo el objeto o evento percibido se ven modificados, sino también el perceptor mismo. Esto supone un cambio de paradigma con importantes connotaciones filosóficas. Resulta tranquilizador considerar que, ante los diferentes estados cognitivos, el perceptor no se extingue, aniquila o desaparece, pero sí que resulta modificado. Si la llamada “realidad” se transforma, el sujeto perceptor también lo hace como ocurre habitualmente con el sujeto onírico.   

Pasamos a describir los diferentes perceptores relacionados con cada uno de los estados de Consciencia definidos en la teoría de Sesha y que se desarrolla en su obra los Campos de Cognición [1].

EXÍN

Al agente de percepción de vigilia, asociado al estado de Concentración, el cual conoce los «acontecimientos que están sucediendo» en un campo de cognición cerrado se le denomina Exín (término acuñado por Sesha al no existir ninguno en concreto en la tradición Advaita ni en la psicología – salvo la psicología Transpersonal que analizaremos más adelante- para definir al perceptor de este estado). Es un perceptor diferente al sujeto pensante-sintiente, pues interpreta el mundo de manera diferente, del mismo modo que el sujeto vigílico también lo hace respecto del sujeto onírico. El Exín es capaz de reconocer el mundo que «está sucediéndose» sin interpretarlo con referencia a la historia del sujeto o “yo”. Un ejemplo que todos podemos reconocer es cuando observamos absortos una película de cine, o leemos atentamente un libro, el «yo» habitual en la percepción se diluye momentáneamente y adopta una nueva condición espacial que llena todo el campo. Se podría decir que mientras está concentrado, el perceptor de ese estado fluye con la percepción en el Presente de modo que no necesita apropiarse de la experiencia, ni identificar la vivencia presencial con ninguna historia previa o proyección futura. Pero es importante dejar claro que no es el “yo” quien se concentra.

SAKSIM

Saksim es un término sánscrito que significa «testigo», o «capacidad profunda y real de atestiguamiento». El Saksim no es una modificación de alguno de los anteriores perceptores, es un agente de percepción que conoce bajo una forma peculiar y propia, adaptado solamente a la información no-diferenciada del campo cerrado propios del estado de Concentración no-dual. [1]

Una peculiaridad de la experiencia de este perceptor es que se encuentra distribuido por todo el campo de cognición, lo que genera una sensación de no-localización en ningún lugar concreto de la percepción, lo cual resulta un tanto paradójico, al no haber un punto de referencia claro desde donde se percibe. Este es el caso de experiencias de tipo contemplativo que pueden darse en contacto con la naturaleza o en cualquier actividad vivida con una intensa atención, en la que ya no solo hay concentración, sino que se rompe la frontera cognitiva con lo percibido y el perceptor ocupa todo el campo de lo que se experimenta. Es una experiencia altamente integrativa, pues se da sin ningún esfuerzo cognitivo.

En el caso de la práctica meditativa interna, el Saksim se experimenta distribuido por todo el campo infinito de ausencia de contenidos mentales, es testigo de observarlo todo y, simultáneamente, de observarse por entero a sí mismo.

ATMAN

El perceptor del estado de Conciencia de la Meditación se denomina Atman, el Sí mismo. Es el testigo final de la cognición.

Cuando en el estado de Meditación las fronteras de la percepción se resquebrajan, el perceptor de ese estado se reconoce no-diferente de todos los campos potencialmente existentes y que potencialmente se pueden conocer. Allí, el Atman, cuya naturaleza esencial es Conciencia, es testigo de que la información es simultánea e instantánea, de que toda ella es consciente y no-diferente.  

“He aquí que en este estado se conoce la naturaleza esencial del ser humano. Ser testigo de esta inmensa realidad requiere de una mente calma, equilibrada, dispuesta a ver sin deslumbrarse, a estar allí sin que impere la locura previa al instante de ella instaurarse.”[1]

Atman es un perceptor que habita más allá de los constreñimientos cognitivos del tiempo y del espacio. Es el testigo de los estados más intensos y profundos de creatividad y de intuición humanos, en los que se fracturan las barreras de lo conocido previamente por el sujeto y se navega por océanos de conocimientos y sentimientos no alojados en la memoria. Allí, el «yo» es una maravillosa gota que finalmente reposa no-diferenciada en el océano de la realidad y entonces encontrará el descanso que otorga la libertad final.[1]

Referencias:

[1] Sesha (2014): Los Campos de Cognición. 2a ed., Afvas, Bilbao. Edición digital

LOS PERCEPTORES DE LOS ESTADOS PRESENCIALES EN EL AMBITO PSICOLOGICO.

Como hemos mencionado anteriormente, la Psicología reconoce fundamentalmente dos estados perceptivos o estados de conciencia: El Sueño y la Vigilia. La concentración no es concebida como un estado cognitivo en sí mismo si bien, es una parte importantísima del protocolo psicoterapéutico al objeto -aunque sea por cortos periodos de tiempo- de favorecer una mente más estable, que vaya acompañada de acciones equilibradas y funcionales.  Analizaremos ahora con detenimiento los perceptores de los estados en el campo psicológico. 

TRANSPERSONAL. La Psicología Transpersonal es, sin duda alguna, la corriente psicológica que más ha contribuido al reconocimiento y estudio de estados perceptivos diferentes a los dos habituales, denominados ENOC o estados no ordinarios de conciencia. Estos van asociados a unos perceptores diferentes del “yo” habitual, pensante o sintiente.

Ken Wilber, en sus libros “El espectro de la Conciencia“ y “El proyecto Atman”, expone detalladamente los diferentes estadios por los que, según él, evoluciona la Conciencia. Nos habla de diferentes niveles de evolución o de diferentes estados de Consciencia, dando lugar a estadios de diferenciación, integración y unificación.

Cada estado, iría acompañado de una forma de percibir, sentir, pensar, etc., como si a mayor grado de desarrollo las percepciones fueran muy diferentes. Según este autor, se asemejaría a una escalera de peldaños evolutivos; es obvio que la persona que esté en la cúspide, tendrá una perspectiva bien diferente que aquellos que estén en los primeros escalones. 

El autor propone nueve niveles diferentes del yo o nueve perceptores claramente diferentes; los 5 primeros estarían recogidos ampliamente dentro de la psicología ortodoxa occidental; el sexto nivel se ubica fundamentalmente dentro de las terapias humanistas y existenciales, actuando como puente o impasse entre lo personal y lo transpersonal.

Los otros tres restantes, se enmarcan dentro de los territorios de la psicología y las terapias transpersonales; también están descritos ampliamente en el marco de las tradiciones espirituales.

  1. Yo pleromático. Corresponde al estado del recién nacido y se caracteriza por ser indiferenciado, sin aún poseer una identidad definida. Wilber lo cataloga como prepersonal, un estado primario de inocencia y de ignorancia. No debe confundirse con los estados transpersonales.
  2. Yo urobórico. En este nivel perceptivo emerge la primera diferenciación entre sujeto y objeto. Etapa prepersonal y preegoica.
  3. Yo tifónico o yo corporal. Comienza el reconocimiento y la identificación con el yo corporal. En esta etapa, surge también la imaginación.
  4. Yo social-verbal. Nacimiento de un yo mental o social que se diferencia del cuerpo, a la vez que la adquisición del lenguaje comienza a ser significativa. Contacto también con el mundo de los símbolos.
  5. Yo egoico-mental. Emergen los conceptos y el pensamiento lineal. Nace también el autoconcepto del sí mismo y el sentirse como una entidad separada e independiente: el ego. En esta etapa, la identificación con una representación o imagen mental es alta, y el individuo percibe una separación entre el cuerpo y la mente. Se subdividen en tres fases:
  • Ego temprano (4-7 años)
  • Ego medio (7-12 años)
  • Ego maduro (12 a 21 o más)
  1. Yo centáurico. El individuo se desidentifica del estado egoico para hacerlo con la totalidad del organismo. Armonía entre la mente y el cuerpo en un yo integrado. Predomina el concepto de autorrealización como desarrollo pleno de las potencialidades. El individuo se enraíza profundamente en la vivencia del presente. Este estado, según Wilber, es el más elevado al que aspira la psicología en Occidente.

7/8  Yo Psíquico y Yo sutil. La Conciencia se diferencia por completo de la mente y del yo ordinarios. Conciencia Transtemporal: se transcienden las barreras del tiempo y del espacio. Emergen símbolos y visiones: videncia, precognición etc. Sentimientos de bienaventuranza y compasión.

  1. Yo causal. Es un estado de orden superior al sutil y conducente a la Unidad. Según Wilber, está en la cima del desarrollo (Conciencia divina), y lo describe también como “morada final y suprema de Ishvara”. Emerge la bienaventuranza, la Conciencia ilimitada, el éxtasis perfecto etc.

Por último, el autor nos habla de un último nivel que parece surgir o ser la consecuencia de los otros tres anteriores, y que denomina como “la transformación final” o “Svadhavikakaya”. Algunos autores, sitúan este estado dentro de los reinos de la No Dualidad, como objetivo de la sabiduría final.

GESTALT

Fritz Perls estableció en su día cinco niveles o estratos de la neurosis que van, desde la parte más superficial de la personalidad a aquellas otras capas que surgen al atravesar y ser conscientes de nuestros mecanismos neuróticos. En cada uno de ellos, la percepción y el perceptor varían considerablemente.

  1. Estrato de los clichés o estrato falso: Es la capa más superficial. El perceptor que atiende se identifica   fundamentalmente con las buenas maneras, emite señales sin significado; el contacto con los eventos presenciales   es mínimo. Este perceptor se experimenta diferente de lo conocido.
  2. En este estrato, el testigo que atiende se identifica con el personaje o personajes representados (la máscara del carácter) y terminan atrapándolo. Este perceptor también se experimenta diferente de lo conocido. 
  3. El impasse. En esta capa, al dejar de lado los roles comportamentales que se manifiestan en forma de hábitos, la persona ya no sabe muy bien quién es y sobrevienen las crisis: es difícil volver atrás y lo nuevo aún está por venir. Este perceptor posee un nivel de identificación con la personalidad menor que los anteriores.
  4. Implosión. Estar en contacto con lo que ya no nos sirve nos conduce a una especie de muerte de todo lo anterior y una implosión hacia lo nuevo. El perceptor de este estado muestra un grado de autenticidad mayor con su naturaleza innata o con su personalidad más genuina.
  5. Explosión. La explosión es la capa más liberadora, tras traspasarla, el perceptor puede habitar espacios de mayor bienestar y libertad. La persona por fin, puede moverse en espacios de creatividad y de desarrollo de sus habilidades innatas. El grado de identificación con la personalidad es mucho menor que en todos los anteriores. Este perceptor puede visitar con más frecuencia espacios de concentración.

Otras corrientes psicológicas

En mayor o menor medida, otras corrientes Psicológicas como el Humanismo, la Cognitivo-conductual, el Psicoanálisis, reconocen como perceptores habituales (si no exclusivos) al yo onírico y al yo vigílico, al que también podríamos denominar “yo pensante o sintiente”, puesto que son las dos únicas modalidades en que este perceptor vigílico se manifiesta: pensando o sintiendo. Se caracteriza también por experimentarse diferente de lo conocido.

La Concentración es ampliamente reconocida por todas ellas si bien el perceptor de este estado sigue siendo el “yo”, concentrado en este caso.

Dentro de la Psicología Humanista se mencionan ampliamente “las experiencias cumbre” como vivencias no habituales del ser humano, pero, sin ninguna alusión a que el perceptor sea diferente.

Del mismo modo, en la psicología del Flow, aunque se reconoce que el “yo” desaparece en las experiencias óptimas, tampoco se define qué tipo de sujeto es el perceptor consciente de la experiencia de flujo.

En el Mindfulness se reconoce que hay una conciencia previa al sujeto y al objeto, pero no se habla de diferentes tipos de perceptores en los estados de presencia o atención plena.

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