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¿Puede haber cognición sin yo? ¿Entonces, quién conoce?

El Advaîta distingue tres expresiones del “yo” claramente demarcadas que operan simultáneamente en la mente, gracias a cuya descripción se ofrece un abanico de posibilidades teóricas que lo describen ampliamente. A la presencia de estas tres facetas en la operatividad de la mente humana, que acompañan a cualquier respuesta comportamental o cognitiva, le denominaremos «sentido protagónico».

  1. El “yo” como el sentido de diferenciación que opera en el procesamiento de información de la mente (sujeto o Ahamkar).
  2. El “yo” como la unidad psicosomática consciente e individual que se agrega en forma de personalidad (“yo” o Ahamkara).
  3. El “yo” como la fracción cognitiva más pequeña que mentalmente puede conformarse, algo parecido a lo que podría denominarse un quanto cognitivo (Aham).

Se describen a continuación brevemente cada una de estas tres características del «sentido protagónico». También se ponen en dialogo los enfoques sobre las expresiones del yo desde las principales corrientes psicológicas actuales y que han sido objeto de este estudio. Para facilitar la lectura y evitar confusiones, cada una de las “corrientes” está representada por  un color diferente. 

Sujeto o Ahamkar

ADVAITA: El sujeto no es una entidad cognitiva estable, cambia según sea la expresión consciente que nazca en la superficie de la consciencia. El sujeto se asemeja a una ola que aparece y desaparece, diferenciándose de la superficie del mar en función de las condiciones atmosféricas que se presentan. Si las variables climáticas son calmas, se crea una secuencia de similitud de olas que nacen y mueren una tras otra sobre la superficie de mar. Respecto al sujeto, el ejemplo se asimila a la aparición de una personalidad dinámica, pero a la vez relativamente estable.

De haber tormenta y crearse olas descomunales respecto a otras pequeñas, la diferenciación respecto al mar y entre ellas sigue efectuándose. Cada ola, sin importar el tamaño, se convierte en una unidad diferenciada de las restantes olas y de la propia superficie del mar. El sujeto parece dinámico, pero en como múltiples puntos suspensivos que a la distancia parecen una línea continua.

Al igual que verter gotas de limón en la leche separan el suero del cuajo, la presencia del sujeto en la mente induce automáticamente la distinción entre el sujeto y los objetos de conocimiento. Gracias a la fuerza consciente que opera en la mente, el sujeto se establece como una fuerza de atestiguación en todo Campo de Cognición establecido. La noción de Campo de Cognición tiene que ver con el universo de información consciente que es posible atestiguar en un instante dado de percepción. Es un tema que más adelante trabajaremos y ampliaremos.

TRANSPERSONAL: En las etapas de desarrollo que la persona experimenta a lo largo de su vida, encontramos las funciones de fusión (incapacidad absoluta de diferenciarse) y diferenciación, sin confundir esta última con la disociación. La diferenciación es importante para la construcción de un “yo” sano capaz de expandirse por el mundo, fracturando los estados iniciales de fusión del infante.

En cada fase principal de desarrollo emerge una estructura de orden superior; ésta empuja a diferenciarnos o desidentificarnos de la anterior trascendiéndola, permaneciendo así intacta la operatividad hacia las estructuras inferiores facilitando integrarlas.

Crecer implica sentido de diferenciación y de identificación: “Cuando existe un desarrollo, éste progresa de un estado de globalidad relativa y carencia de diferenciación, a otro de diferenciación creciente, articulación e integración jerárquica”[1].

GESTALT: “Yo soy yo y tú eres tú” (Fritz Perls). El “darse cuenta” como herramienta y objetivo terapéutico, permite al “sujeto” que lo experimenta poder conocer el origen de aquello que le está conflictuando, ponerle nombre, identificar sus hábitos automáticos.

“Darse cuenta”, implica que surja una “distancia” y una “diferenciación”  entre el sujeto y el objeto, o el observador y lo observado. La distancia permite la diferenciación entre ambos, facilitando con ello la resolución de los conflictos y bloqueos.  

HUMANISTA: El término de “contacto” es de suma importancia: éste tiene lugar entre el organismo y su entorno, o dicho de otra manera entre el “yo“ (autoidentidad, autoimagen) y el “no-yo”. El “yo” es todo aquello que considero que soy, las creencias y el sistema de valores que se han construido a lo largo de toda una vida en relación con las experiencias acaecidas, que construyen y definen la personalidad. El “no yo” en cambio, se sitúa como “todo lo demás”, todo lo que está fuera de mí, tanto a nivel intrapersonal como interpersonal. 

Se establece por tanto una frontera o límite que contiene y enmarca ambos territorios, permitiendo la diferenciación del “yo” frente al “no yo”. Esta frontera está sujeta a modificaciones producidas cuando lo que conozco de mí se ve sustancialmente modificado por diversas experiencias que constituyen la novedad a incorporar.

MINDFULNESS: Durante la práctica de la atención plena (mindfulness) se reconoce que existe una clara diferenciación entre el observador y lo que se observa, hay una diferenciación sujeto-objeto. “…Sentimos como si nuestra respiración fuera ajena a quien la está observando. También observamos nuestros pensamientos y nuestros sentimientos como si aquí dentro hubiera una entidad real, un “yo” que sigue las instrucciones, lleva a cabo la observación y experimenta los resultados.”[2]

“Las tradiciones psicoterapéuticas reflejan todo esto en diferentes medidas, y con frecuencia describen el yo conformado por distintas partes. Freud tenía su id, su ego y su superego; Jung, su ánimus, ánima, sombra y persona; y los psicoanalistas modernos identifican diferentes estados del yo. La psicosíntesis de Roberto Assagioli describía múltiples subpersonalidades y, más recientemente, Richard Schwartz desarrolló el modelo de Sistemas Internos de Familias, que ayuda a los clientes a identificar un panteón de partes internas y utiliza la información de los tratamientos de los sistemas para lograr que estas partes se lleven mejor entre sí.”

COGNITIVO-CONDUCTUAL: Una de las herramientas más importantes de la terapia cognitivo-conductual es la reestructuración cognitiva. Su funcionamiento se basa en la ejercitación de:

  • La distancia entre quien piensa y los pensamientos automáticos que le asaltan.
  • La capacidad de reflexión lógica sobre los propios contenidos mentales.
  • La exposición a las situaciones temidas y la extinción de las respuestas condicionadas.

En todos estos casos, el sujeto que piensa ha de distanciarse de los objetos pensados, de tal manera que pueda aprender a gestionarlos. De este modo, el “yo” puede ir construyéndose de un modo más consciente y elegido.

¿Puede haber cognición sin yo? ¿Entonces, quién conoce?

ADVAITA: Es posible que el sujeto no se distinga a sí mismo como una fracción dinámica en un Campo de Cognición; es decir, que el concepto de individualidad que otorga el sujeto desaparezca, para dar paso a otro tipo de atestiguación. La mente puede llegar a conocer sin que necesariamente se distinga diferente el sujeto a los objetos de conocimiento, tal como ocurre en la Concentración No-dual y en la Meditación No-dual. La no distinción de sujeto respecto a los objetos de cognición, no implica la ausencia de atestiguación ni la falta de conocimiento de los variados objetos. Más bien induce la aparición de modalidades cognitivas basadas en nuevos cánones y que llevan asociadas sus propios perceptores, como son la percepción Total y la No-dual, analizaremos que más adelante.

FLOW: Una de las conclusiones más relevantes de los estudios sobre la experiencia «flow» es el hecho de que el ego o conciencia personal desaparece y el sentido del tiempo se distorsiona. La pérdida de la sensación de que uno es una personalidad separada del mundo que le rodea, viene acompañada a veces por un sentimiento de unión con el entorno, bien sea en la montaña, formando parte de un equipo…[3]

El hecho de perder la sensación de ego o conciencia personal tiene como consecuencia que parece que la acción se realiza como algo automático, tal como describe un escalador, pero esto no puede ser así porque hay plena conciencia y una destreza y eficiencia máxima en lo que se hace. Pero, si la conciencia personal de “yo” desaparece ¿de quién es la conciencia de la experiencia? ¿Quién experimenta el estado de felicidad, alegría o creatividad derivado del fluir? 

GESTALT: En un primer momento, todos los eventos se relacionan con un punto cero o de indiferencia creativa donde aún nada está diferenciado. Es como un gran vacío o un vacío fértil, lleno de infinitas probabilidades.  Desde el momento en que escogemos algo negando su contrario surge la diferenciación entre opuestos y lo que antes estaba inmerso en el mismo océano de posibilidades queda diferenciado, aunque complementario. Cada parte que observemos posee su opuesto y complemento sin el cual no podría existir: no puede existir una persona bondadosa sin que exista otra malévola etc.

El artista (incluimos aquí también al terapeuta en el arte de la terapia) desarrolla la capacidad creativa para poder situarse en ese punto cero donde aún nada está diferenciado, y de esta manera tener una visión más amplia y global de la situación en curso.

HUMANISTA: El “yo” o el “ego” es contemplado como un sistema de identificación con lo que creemos ser, y que establece un nivel de conciencia que por primera vez, no es el único al que como seres humanos podemos aspirar. La “trascendencia de este ego” es contemplada como parte esencial   de la autorrealización inherente al ser humano y, que lo legitima a ir alcanzando niveles de conciencia cada vez más desarrollados.

Es importante adquirir un “yo“ cohesionado donde convivan en armonía la conducta, las emociones, los pensamientos etc., integrando aquellas partes alienadas de nosotros mismos como forma de direccionamiento hacia la totalidad que somos.

Vemos entonces que “ego y sufrimiento” van de la mano; éste también podríamos definirlo como “la estructura de personalidad construida a lo largo de la vida y con la cual nos hemos identificado”. Es  el vestido, la ropa con la que conozco y me muevo por el mundo y que me proporciona una cierta seguridad (zona de confort).

MINDFULNESS: La práctica del mindfulness lleva aunque sea por unos instantes a que se desvanezca la separación entre sujeto y objeto, Hay un descentramiento de lo que se conoce sin esfuerzo: “Entonces hay conocimiento sin conocedor, visión sin vidente y pensamiento sin pensador, meros fenómenos impersonales que se despliegan en la conciencia.” Por tanto hay una clara diferencia entre la conciencia y el yo y se reconoce que puede haber conciencia sin yo. “La capacidad de descansar en una conciencia no dual, en una conciencia despojada de sujeto y de objeto (en la que no hay “yo” que “habite” nada), aumenta en la medida en que aprendemos a prestar una atención más completa” [4]

                                                                                                      Ver artículo: La experiencia Flow y el Dharma

“Yo” o Ahamkara

ADVAITA: El yo puede entenderse simbólicamente como un camaleón que adopta diversos tonos de piel según sea el entorno donde conoce. Así, el yo adquiere, mediante la momentánea identificación con lo que siente y piensa, una diversificada respuesta comportamental y cognitiva.

Es aquí donde cobran importancia los Hábitos y las Habilidades que conforman la mente. Por ello distinguimos que la reacción a cualquier estímulo puede hacerse identificándose como dueño o propietario de él o de sus consecuencias. El Ahamkara se expresa entonces mediante la voluntad, el control, el interés o el deseo, entre variadas opciones posibles, dando pie a un sinnúmero de expresiones psicológicas de las que se siente protagonista. Cuando la respuesta posee sujeto, dicha respuesta tan solo se reafirma a modo de Hábito, afianzándolo hasta llevarlo al automatismo o la obsesión.

Sin embargo, el posible que el sujeto responda a cualquier acción ya sea física o mental, sin identificarse con ella. No se plantea huir de la acción o esconderse, sino de forjar cánones más eficientes, tal como operan las respuestas Hábiles.

Tanto la Concentración No-dual como la Meditación No-dual son las expresiones más Hábiles que posee el comportamiento humano, pues incluyen respuestas más eficientes. En una respuesta Hábil no hay ni identificación con la acción ni con sus consecuencias, lo que lleva a un menor gasto de energía en la consecución de las metas y la obtención de los logros. Lleva igualmente a convertir la acción misma en un ambiente terapéutico, gracias a la ausencia de estrés asociado a la manera en cómo se realiza la acción.

FLOW: En las experiencias óptimas, la Concentración es tan intensa que no existen preocupaciones. Se habla de acciones autotélicas, pues todo movimiento o pensamiento surge de la acción anterior, que se da por sí misma. Es un flujo. Valgan como ejemplos el estado alcanzado por ciertos músicos en una improvisación de jazz o por algunos deportistas de élite.

Una actividad que produce tales experiencias es tan agradable que las personas desean realizarla por sí misma, y se preocupan poco por lo que van a obtener de ella, incluso aunque la actividad que realizan sea difícil o peligrosa.

Hay menos preocupación por el resultado de la acción, la comparación con los demás o por el control de los factores ambientales. Como resultado se genera una sensación de plenitud y felicidad.

TRANSPERSONAL: Etimológicamente hablando, la palabra “transpersonal” significa “ir más allá” de la personalidad, de la máscara del carácter o del ego con el que habitualmente nos identificamos. ¿Hasta qué punto esa identificación es real? ¿Somos realmente esa máscara o existe una identidad que va mucho más allá de todo ello? 

La identificación establece una identidad que nos separa de la experiencia de profunda unidad con el todo. Se asemeja a la alegoría de la caverna de Platón: somos prisioneros ligados con cadenas que nos sujetan de tal modo, que sólo nos permite mirar las sombras proyectadas considerándolas, por identificación con ellas, como verdaderas. La liberación consiste entonces en “despertar” hacia la naturaleza real y esencial.

GESTALT: El yo no es un territorio psíquico, no del cerebro ni de la mente; el yo es una función del organismo; el yo es un símbolo. Es una función de identificación”.[5]  

El objetivo de la psicoterapia consiste en gran parte, en disolver el sistema de hábitos y automatismos con los que nos hemos identificado. “Supone una restricción consciente de algunos intereses, percepciones y movimientos, para concentrarse en otra parte”. Se trata por tanto de ayudar a flexibilizar un sistema rígido, por otro mucho más flexible que permita un amplio abanico de posibilidades, tanto en la forma de comportamiento como de construcción de valores alienados por la identificación, exclusivamente o sólo con alguno de ellos.

Identificar se asemeja a encapsular una pequeña parte de información y considerar que es un todo. Esto lo llevamos a cabo mediante un sistema de identificación y alienación. Es el vestido, la ropa con la que conozco y me muevo por el mundo.[6]

HUMANISTA: A nivel de la práctica psicoterapéutica es importante destacar como la Concentración influye directamente sobre el individuo:

  • Sensación de desapego, tanto del tiempo como de los resultados de la acción que se esté llevando a cabo. Esto permite la vivencia de una libertad comportamental que no solemos experimentar.
  • Los temores, miedos y ansiedades desaparecen.
  • No hay necesidad de influir ni de complacer para obtener la aprobación externa: “si no tenemos público ante quien actuar dejamos de ser actores”; todo ello permite una dedicación completa al tema entre manos, con la consiguiente eficiencia en su resolución o en su desarrollo.
  • Disminuyen las defensas con las que solemos vivir y relacionarnos. Paradójicamente aumenta la confianza.

MINDFULNESS: Al ayudarnos a observar nuestros pensamientos y las sensaciones corporales, en lugar de identificarnos con ellas, la práctica de mindfulness promueve un proceso de “impersonalización” de la percepción. Esto está en consonancia con el concepto de anatta de la tradición budista, pues las percepciones quedan vacías de yo. Las tensiones físicas, los cambios en el ritmo cardíaco, la respiración y las imágenes mentales, se irán desplegando como “olas de excitación psicofisiológica acompañadas de imágenes y de pensamientos verbales”. Además, al experimentar las emociones y sensaciones como sucesos corporales impersonales son más fáciles de gestionar.[7] 

COGNITIVO-CONDUCTUAL: Solemos interpretar el mundo a través de esquemas mentales. La noción psicológica de “yo” haría referencia al conjunto de estructuras psicológicas con las que un individuo se identifica y a las decisiones que toma para mantenerlas o cambiarlas por otras.

Gracias a que la identidad es un clúster de informaciones en constante cambio, cada instante es una oportunidad para instaurar una respuesta nueva, inédita, presencial. Es precisamente este hecho el que permite que las personas mejoren y se reestructuren en función de sus nuevos aprendizajes, es decir, que se “curen”.

De no ser así, las personas estaríamos condenadas a sufrir inagotablemente sin ninguna esperanza de resolución. Sin embargo, podemos aprender de nuestro sufrimiento y atribuirle un sentido que nos haga crecer.

PSICOANÁLISIS: “El yo no es el amo en su propia casa”.

“Vemos ahora al yo con su fuerza y sus debilidades. Está encargado de funciones importantes; en virtud de su relación con su sistema de percepción, establece el ordenamiento temporal de los procesos psíquicos y los somete a la prueba de realidad. Al intercalar los procesos de pensamiento, logra diferir las descargas motrices y domina el acceso a la motilidad.” [8]

El “yo” es una entidad aglutinante jaqueada constantemente por el peso de su propia inercia orientada a la construcción de Hábitos, como quien construye a su alrededor su propia cárcel. Así mismo, se puede interpretar que el “yo” también se encuentra bajo una demanda constante, en cierta manera “imposible” de satisfacer, en este caso bajo las exigencias pulsionales* del Ello* y del Super Yo*.

El “yo” no aparece con el nacimiento, sino que va formándose con el correr del tiempo. Este proceso se da de forma económica y dinámica en el territorio del El* a partir del contacto de este con el mundo exterior, ya que es el único que preexiste a las otras dos formaciones del aparato psíquico al surgir con la formación del sistema nervioso.

La unidad cognitiva primaria: Aham

ADVAITA: El “yo” como Aham, se plantea como la unidad cognitiva primera, tal como lo es en la física cuántica una partícula fundamental, gracias al hecho de no poder dividirse en más fracciones. El Aham es la partición básica cognitiva; no existe fracción cognitiva más pequeña que el “yo”.

Esta característica de la mente favorece el sostenimiento de la individualidad, gracias a que envuelve y aglutina los pensamientos asociándolos al “yo”. Es como lanzar al río comida, vestidos o recuerdos y al mismo tiempo amarrarlos a un salvavidas que flote; ninguno de ellos se hundirá. Así la psique no se desmorona, reflota al unir cada contenido mental al “yo”, a la facultad irreductible de existencia.

Sin embargo, la mente puede funcionar sin Aham, en cuyo caso el “yo” se “disgregará” en el Campo de Cognición; algo similar, pero de forma caótica asociado a este proceso, ocurre cuando se bebe alcohol en exceso y el “yo” pierde el sentido de reconocimiento de sí mismo. La Concentración No-dual y la Meditación No-dual son formas cognitivas carentes de Aham.

El «yo» es un producto residual de la cognición, es un ente aparentemente real que no es consciente por sí mismo. Al igual que una piedra iluminada por el sol emite calor, es posible establecer con cierta claridad, según el modelo advaita, que la Consciencia individual, es un reflejo de la Conciencia, y el “yo” sería equivalente al residuo calórico de la piedra (la mente) expuesta al sol.Una cognición carente de “yo”, en los tres aspectos analizados previamente, permiten una modalidad de atestiguación poco frecuente en el género humano. Dicha forma de cognición es la base de la «deconstrucción del “yo”» o tal como lo plantea el advaîta, de la ausencia de «sentido protagónico».

Es por ello, que la ausencia de «sentido protagónico» en vez de verse como un conflicto psicológico, ha de entenderse como un paso adelante, como una forma superior de cognición que lleva a instrumentalizar en la mente, de manera más eficiente, la capacidad Racional, Emocional e Intuitiva.

TRANSPERSONAL: Se plantea un modelo evolutivo global del desarrollo humano donde conviven diferentes estados perceptivos o diferentes yoes. En concreto, y poniendo atención en aquellos que se llevan a cabo con ausencia de sentido protagónico, encontramos que la misma hace alusión a dos/tres niveles diferentes: yo Psíquico, yo sutil y yo causal. Ambos tienen en común la ausencia del yo que está habitualmente presente en la percepción y que es objeto de este análisis.

Son los dominios transpersonales o Reinos sutiles que conducen o abocan a los Reinos de la no dualidad. Estos estados perceptivos, lejos de considerarse como patológicos, se engloban dentro de los denominados estados óptimos de conciencia o Enoc (Estados no ordinarios de conciencia). La experimentación de estos estados parecen provocar una huella que, además de no poder olvidarse, producen modificaciones tan saludables en el perceptor que da lugar a una profunda transformación. 

GESTALT: “Indiferencia viviente hacia la polaridad del mundo.” Este tipo de conciencia indiferenciada como expresión de la vacuidad, ni tan siquiera reconoce la diferencia entre sujeto y objeto ya que es una expresión de conciencia pura. El verdadero centro del ser humano sería entonces interdependiente de esta conciencia pura e indiferenciada, y engloba el no importar las consecuencias de la acción, quedando así liberados de los resultados. Esta suprema indiferencia nos bañaría en una libertad que va más allá de los pares de opuestos, una libertad  que transciende la individualidad para unirse a la voluntad del cosmos. Afirma también que el individuo es ilusorio.

HUMANISTA: Las experiencias cumbre, son denominadas también como experiencias místicas espontáneas o experiencias del Ser, y suelen producirse en personas con un amplio nivel de desarrollo o autorrealizadas. Este tipo de vivencias se escapan de lo que suele definirse y enseñarse dentro del campo de la psicología, aunque son perfectamente descritas dentro de la filosofía, la religión y el misticismo. Sus características más destacadas son [9]:

  • La percepción se produce con una atención y concentración plenas.
  • Son experiencias que no están basadas en la consecución de metas y objetivos. El valor es intrínseco a la experiencia misma.
  • Desorientación del tiempo y el espacio como es percibido habitualmente.
  • En su desarrollo hay una pérdida transitoria del yo o de la voluntad egoica, quedando por tanto libre de la misma. Son experiencias que no están sujetas a nuestro control y se presentan libremente. Podríamos definirlas también como una trascendencia temporal al ego.
  • El mundo es percibido como una unidad, trascendiendo las polaridades y dicotomías origen de muchos conflictos.
  • Emergen sentimientos de compasión y aceptación del mundo tal y como es.

Las experiencias cumbre son vistas y descritas como buenas y saludables; nos permiten poder vivenciar y percibir la realidad con mucha más claridad y perspectiva, al estar exentas de proyecciones egoicas provenientes de  la historia personal.

COGNITIVO-CONDUCTUAL: Lo importante es la reducción de los síntomas, y éstos siempre se dan entre los estímulos (ambientales o internos) y el individuo o sujeto que emite la respuesta conductual. A este respecto, la psicología-conductual no contempla estados en donde dicha relación se modifique, puesto que, de modificarse, desaparecería el síntoma y con él, su objeto de estudio.

PSICOANÁLISIS: En el psicoanálisis, la principal diferencia con el advaîta se da en lo que respecta a la “dirección” en la que se puede experimentar la ausencia de sentido protagónico, constructiva para el anterior, o psicopatológica para el psicoanálisis.

 

Artículo: La experiencia Flow y el Dharma_José Velasco

Video: “¿Qué es el yo?”_Sesha

Vídeo: “¿A qué edad se forja el “yo” y qué puede promover la educación?”_Sesha

 

Referencias

[1] Citado por Wilber, Ken (1989): “El proyecto Atman”. Editorial Kairós.

[2], [7] Siegel, R. D. (2011). La solución mindfulness: Prácticas cotidianas para problemas cotidianos. Ed. Desclée.

[3] Csikszentmihalyi, M. (1997). Fluir (Flow): Una psicología de la Felicidad. Barcelona: Kairós

[4] Kabat-Zinn, J. (2010). La práctica de la atención plena. Editorial Kairós.

[5] Extraído de internet. Psicoletra.com. “Claudio Naranjo sobre la Gestalt y el revolucionario Fritz Perls” y diariodeunartistadesencajado.blogspot.com. La cita es atribuida a Fritz Perls de su libro Yo, hambre y Agresión. Páginas visitadas el 7 Enero 2022.

[6] PHG. II, 10,6 Gestalnet.net. La función yo. Visitada el 7 Enero 2022.

[8] Freud, S.. El yo y el ello.

[9] Tesis doctoral de Iker Puente.  Pág. 246. “Complejidad y Psicología Transpersonal: Caos, Autoorganización y Experiencias cumbre en Psicoterapia”.

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