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La definición de “yo” es sumamente compleja y existen numerosos modelos y enfoques según la disciplina del conocimiento a través de la cual se estudie el concepto. Además, el “yo” tiene que ver con un sentido fundamental de existir como individuos que se derrama en todos los aspectos de nuestra vida, pues abarca áreas tan extensas como la identidad personal, la cognición, la autoestima, la personalidad, la autorreflexión y la interacción social.

Una de las cuestiones fundamentales, por tanto, es establecer si el “yo” es una entidad estable y con causa en sí mismo o, por el contrario, es una identidad que se va conformando con el paso del tiempo.

La psicología,  especialmente el psicoanálisis, suele adaptar el término “yo” al concepto de ego. Este se entiende como el sentido de unidad e identidad consciente que se construye a través de los años y se va modificando en función de las experiencias adquiridas. 

El Advaita aporta un enfoque bastante novedoso del “yo”, pues lo sustrae del ámbito exclusivamente ontológico y establece su raíz en cierta función de la cognición, responsable de la fragmentación de la percepción en partes. Este proceso de diferenciación genera como resultados la identificación y la ilusión de sentirse una individualidad separada del mundo. Estos son sin duda aspectos controvertidos para la psicología y la filosofía occidentales, pero que abren nuevos horizontes en la imagen de lo que somos como seres humanos.

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