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INTRODUCCIÓN A LA PSICOLOGÍA POSITIVA Y DEL “FLOW”

“El flujo ayuda a integrar la personalidad porque en este estado de profunda concentración la conciencia está extraordinariamente bien ordenada. Los pensamientos, las intenciones, los sentimientos y todos los sentidos se enfocan hacia la misma meta.”

M. Csikszentmihalyi

 

Orígenes e influencias

La denominada psicología positiva, al contrario que las corrientes psicológicas fundadas sobre la patología, trata de potenciar los aspectos positivos de la vida de los individuos: la felicidad y el equilibrio personal, la esperanza, la creatividad y la sabiduría. Es decir, se promueve un enfoque basado en la salud y en el estudio de las fortalezas humanas, que complementa al modelo médico hegemónico.

Parece que hay consenso en datar su inicio en 1998 con el discurso inaugural de Martin Seligman como presidente de la American Psychological Asociation (APA). A pesar de contemplarse este hito fundacional, a la psicología positiva no se la considera una “escuela” en el sentido de seguir el método marcado por su fundador o fundadores sino que su estructuración se ha ido dando a través de los trabajos de numerosos psicólogos e investigadores. De este modo la psicología positiva ha conseguido dar un cuerpo teórico a aspectos clásicos del estudio de la psicología como la creatividad, el optimismo, los valores humanos, las conductas prosociales, etc.

Sus antecedentes pueden encontrarse ya en las obras de William James y posteriormente en los trabajos de psicólogos humanistas como Rogers, Maslow y otros [1].

Uno de estos enfoques más relevantes es la psicología desarrollada por Mihalyi Csikszentmihalyi a partir de los años 70, fundamentada en la experiencia “Flow” (Fluir, en castellano).

 

Autores representativos

Martin Seligman (1942-)

A este psicólogo estadounidense se le considera el principal fundador de la psicología positiva y uno de sus autores más influyentes. Es director del Departamento de Psicología de la Universidad de Pensilvania y antes fue presidente de la Asociación Estadounidense de Psicología.

Es también conocido como escritor y sus obras para el público en general han tenido un gran éxito por la divulgación de ideas de psicología aplicada a la vida cotidiana sobre la felicidad y el bienestar. Entre ellas se encuentran publicadas en castellano La auténtica felicidad (2002), Aprenda optimismo (2014), Niños optimistas (2014) y Florecer: La nueva psicología positiva y la búsqueda del bienestar.

Mihalyi Csikszentmihalyi (1934-)

Es un psicólogo húngaro-estadounidense profesor en la Universidad de Claremont (California). Fue jefe del Departamento de Psicología en la Universidad de Chicago, donde realizó algunos de sus trabajos más destacados.

Se le considera actualmente uno de los investigadores más importantes y reconocidos a nivel internacional sobre psicología positiva y se ha hecho muy conocido por la creación de la teoría del Flujo. En su obra “Fluir (Flow): Una psicología de la felicidad” (1990), muestra los resultados de sus estudios acerca de los factores que contribuyen y facilitan la felicidad, la creatividad y el bienestar en miles de personas. Es un escritor prolífico y entre sus obras destacan, además de la citada anteriormente, El yo evolutivo (2009), Aprender a fluir (2012) y Creatividad. El fluir y la psicología del descubrimiento y la invención (2018).

Otras aportaciones

Dentro de la psicología positiva, además del enfoque de los rasgos positivos de Csikszentmihalyi hay otras líneas de trabajo lideradas por otros psicólogos que han hecho importantes aportaciones como Ed Diener en el ámbito de las emociones positivas o Kathleen H.l Jamieson con sus trabajos sobre instituciones positivas.

 

Caracterización

Seligman, en su obra Felicidad auténtica (2002) propone que para tener felicidad se han de conjugar una combinación de tres aspectos: una vida placentera, una “buena” vida y una vida con sentido o significado.

El primer componente, la vida placentera, tiene que ver con el bienestar y satisfacción que proveen las emociones y sensaciones positivas, que pueden ir desde el placer sensorial, hasta el optimismo o la serenidad. Con “buena” vida (good life) se refiere, no al mundo de lo que sentimos sino de lo que hacemos. Actividades como la danza, la lectura, la escalada o una buena conversación inducen un estado de “flujo” en el que el tiempo se detiene y genera una sensación de plenitud. La vida significativa es el tercer ingrediente esencial para la felicidad; es poner las fortalezas y virtudes personales al servicio de algo más grande que uno mismo.

Csikszentmihalyi, por otro lado, ha estudiado miles de casos de personas de diferentes ámbitos sociales, profesiones, religiones, edades, género para caracterizar las llamadas experiencias óptimas o de flujo. Las personas la describen como una sensación de que las propias habilidades son idóneas para afrontar los retos que se nos presentan. Esta vivencia se asocia a un alto nivel de goce y disfrute y eficiencia en la tarea realizada.

El estado de flujo se da en una persona que está completamente inmersa y comprometida en la actividad que está realizando y hay una total implicación en la tarea. En ese estado la atención, la motivación y la situación confluyen. Todo movimiento o pensamiento surge de la acción anterior, que se da por sí misma. Es un flujo. Valgan como ejemplos el estado alcanzado por ciertos músicos en una improvisación de jazz o por algunos deportistas de élite.

En las experiencias óptimas, la concentración es tan intensa que no existen preocupaciones, ni se le presta atención a pensamientos irrelevantes respecto a la actividad que se está realizando. Y señala algo muy importante: “La conciencia de sí mismo desaparece, y el sentido del tiempo se distorsiona. Una actividad que produce tales experiencias es tan agradable que las personas desean realizarla por sí misma, y se preocupan poco por lo que van a obtener de ella, incluso aunque la actividad que realizan sea difícil o peligrosa.” [2]

Para la caracterización del estado de flujo se han realizado cientos de estudios con personas de diferentes ámbitos sociales y de actividad. Se concluye que esta vivencia se asocia a un alto nivel de goce y disfrute, eficiencia en la tarea realizada, fusión con el mundo, sociabilidad y afabilidad, pérdida del ego, motivación intrínseca, pérdida de las nociones de tiempo y espacio, etc. [3] La atención enfocada se mantiene en el tiempo y se experimentan cambios en la propia percepción del tiempo, que en general parece que transcurre más rápido.

 

Referencias

[1] Para más detalles ver Lupano, M. L., & Castro, A. (2010). Psicología positiva: análisis desde su surgimiento. Ciencias psicológicas4(1), 43-56.

[2] Csikszentmihalyi, M. (1997). Fluir (Flow): Una psicología de la Felicidad. Barcelona: Kairós, p. 115.

[3] Según un estudio de Privette (1983) en López-Torres, M. R. (2007). Características y relaciones de”flow”, ansiedad y estado emocional con el rendimiento deportivo en deportistas de élite. Tesis doctoral. Universitat Autònoma de Barcelona, p. 50.

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