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El Arjuna que hay en nosotros
por Sesha
Aún desconocido por el gran público occidental, el Bhagavad Gita se yergue como el libro predilecto de quienes están sometidos a la fatiga que conlleva el cambio interior. Arjuna, uno de sus protagonistas, es un guerrero que se encuentra obligado a luchar en franca batalla contra aquellos que fueron sus amigos y maestros de armas y que ahora hacen parte del ejército enemigo.
La terrible dicotomía de Arjuna simboliza el confuso instante de quien su pasado ya no le construye y requiere un nuevo modelo de vida. Un instante donde las certezas previas no son suficientes para establecer una vida sin conflictos mayores. La presencia de Arjuna confirma el instante obligado donde se debe solucionar conscientemente la crisis, usando para ello la reflexión propia y el apoyo de quienes mediante el consejo pueden guiar por los laberintos de la mente.
Todos, en algún momento de la vida, tenemos un Arjuna en nuestro interior. Todos caemos en un momento de crisis que requiere adoptar nuevas decisiones; finalmente todo se circunscribe en atreverse a tomar decisiones.
Vislumbrar el conflicto lleva en parte a su resolución. Situar un problema en verdadera magnitud nos permite tomar la sartén caliente por el asa. Arjuna congojado y desilusionado cae en su abismo interior, pero reacciona ante los consejos oportunos de su guía y se sitúa en el presente, un entorno apropiado para analizar y reorganizar su vida.
Esta obra analiza de forma pormenorizada el entorno del presente, un concepto que va mucho más allá de su simple connotación temporal. El presente ha de convertirse en el ambiente propicio donde se entremezclan los conflictos versus las certezas y donde se cocina la reflexión que conlleva el cambio interior.
El presente otorga una nueva luz, una nueva oportunidad de transformación. Ofrece de por sí herramientas para trabajar el camino del conflicto y sobreaguar en la mente confusa e inquieta. El presente se muestra como el ambiente terapéutico por excelencia.
El conflicto interior es sinónimo de un comportamiento que aún no logra estabilidad. El aprendizaje no llega a conformar certezas estables, pero aventura el camino de una posible solución. Sin ser un rasgo patológico el conflicto llega a ser un terreno apropiado para el aprendizaje. Toda persona común y normal se enfrenta en algún momento de su vida ante el dolor y el sufrimiento propio o ajeno. El presente se asoma como el medio apropiado para resolver el conflicto en una persona normal y aventurar una transformación que ofrezca soluciones estables.
Por lo tanto, el presente se aventura como la base de una piscología para gente común; un entorno que ofrece matices excepcionales para aprender y derivar en un comportamiento que enaltece al ser humano.
El presente es el indicador que abre las puertas a nuevas formas de cognición. Aparte de convertirse de catalizador del comportamiento maduro y estable; las diversas gradaciones de presente invocan la aparición de nuevas formas de cognición; alguna de ellas finalmente desemboca en la no-dualidad.
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